Los TME pueden definirse como lesiones inflamatorias que pueden afectar los músculos, articulaciones, tendones, ligamentos, huesos y nervios del cuerpo.
Durante el desarrollo de actividades, se generan pequeñas agresiones mecánicas: estiramientos, roces, compresiones que cuando se repiten durante largos periodos de tiempo, acumulan sus efectos hasta causar una lesión manifiesta a través del dolor, limitación funcional que dificultan o impiden realizar nuestras actividades del día a día.
La etiología puede ser laboral o por características propias del individuo aunque en la práctica no es posible siempre señalar un único factor que lo genere.
Tenemos diferentes factores de riesgo de los TME:
– Factores físicos: cargas y aplicación de fuerza. Posturas forzadas y/o estáticas. Movimientos repetidos. Vibraciones. Entornos de trabajo fríos.
– Factores Psicosociales: demandas altas y bajo control. Falta de autonomía. Falta de apoyo social. Repetitividad y monotonía. Insatisfacción laboral.
– Individuales: historia médica. Capacidad física. Edad. Obesidad. Tabaquismo y/o alcoholismo.
La importancia del tratamiento y atención sobre los TME radica en sus consecuencias, ya que, los problemas de salud abarcan desde; incomodidad, molestias y dolores hasta cuadros médicos más graves que obligan a solicitar la baja laboral e incluso a recibir tratamiento médico.
En los casos más crónicos, el tratamiento y la recuperación suelen ser insatisfactorios y el resultado puede ser una discapacidad permanente, produciendo molestias, dolor local y restricción de la movilidad, que obstaculizan el rendimiento normal en el trabajo y en la vida diaria.
De modo que hay que destacar la fisioterapia como herramienta para poder afrontar los TME.
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