AMOR, ENAMORAMIENTO O SEXO

La mayoría de gente cree que amar es fácil, que todo el mundo saber amar, que sólo hay que hallar la persona «adecuada» para que el amor surja automáticamente sin el menor requisito o esfuerzo por parte de nadie. También se supone que si hay «química», «enamoramiento», «pasión», entonces eso es precisamente el amor ideal. Y asimismo se afirma que el amor-romance suele ser efímero, que la rutina mata el amor, que la infidelidad destruye el matrimonio… Luego, están todas esas ideas sobre la «media naranja», el primer amor, el amor de mi vida, etc. ¿Qué hay de cierto en todos estos tópicos? ¿Nos ayudan a amar o, más bien, nos confunden y dificultan nuestras relaciones amorosas? Desde el punto de vista de la psicología psicodinámica y el crecimiento personal, podemos hacer muchas matizaciones.

1. El amor. En primer lugar, tal como exponemos en otros artículos de esta web, el amor de pareja maduro es un vínculo psicofísico entre dos personas que permite a ambas crecer y desarrollar lo mejor de sí mismas. Es decircualquier relación que no nos ayude a sentirnos mutuamente más sanos, adultos y libres no deberíamos considerarla genuinamente amorosa, a menos que queramos extraviarnos en las más lamentables confusiones semánticas. Naturalmente, el amor sólo es posible sobre la base de grandes cantidades de confianza, autoestima y compromiso mutuos, lo que a su vez requiere que hayamos superado mínimamente nuestro narcisismo infantil y nuestra neurosis. No podemos amar si no fuimos amados y si, por tanto, no aprendimos suficientemente a ver, respetar e incluso ocuparnos de los problemas de los demás. ¡Amar es cosa de personas afortunadas! El amor no es, por tanto, un mero sentimiento, ni un deseo, ni un placer, ni un deber, ni una euforia. Se trata, más bien, de una capacidad, un talento, un arte que depende directamente de nuestra salud y madurez psicológicas.

2. El enamoramiento. El enamoramiento no tiene nada que ver con el amor. Enamorarnos significa simplemente identificarnos y/o idealizar en extremo a alguien, que generalmente representa lo que nosotros ya somos consciente o inconscientemente, o quisiéramos ser. También es una forma de sublimar determinados sentimientos y carencias: admiración, deseo sexual, soledad emocional, narcisismo personal, etc. En otras palabras, solemos enamorarnos precisamente de las personas que aliviande algún modo nuestro mapa íntimo de anhelos y conflictos, en un momento dado. El enamoramiento es… ¡un síntoma neurótico! Por eso, cuanto más vacía, inestable o dependiente es una persona, tanto más enamoradiza suele ser, y más intensos y breves suelen ser sus romances. El culto a la «pasión» de estas personas es básicamente una droga para escapar de sus problemas internos y para evitar -por miedo- las relaciones profundas y comprometidas.

3. El sexo. Se trata, obviamente, de un juego extremadamente placentero. Un compartir muy íntimo de intensas satisfacciones psicofísicas. Este juego sexual, aunque puede ir asociado al amor (lo que multiplica su placer), no es amor, ni necesita del amor, ni produce necesariamente amor alguno. El sexo es básicamente una forma genital de placer narcisista que puede acompañar, o intercambiarse por otras cosas, en cualquier tipo de relación humana. Por tanto, ninguna actividad sexual nos dice nada sobre el amor real entre dos personas.

Con estas breves aclaraciones, ya podemos comprender fácilmente que:

  1. El enamoramiento no es una «prueba» de amor, sino un síntoma más o menos neurótico.
  2. Sólo cuando termina el enamoramiento comienza la posibilidad del amar (si ambas personas son capaces de ello).
  3. El frecuente enamoramiento inicial no garantiza la «calidad» ni duración de la posible relación futura.
  4. Para amar o formar pareja no es indispensable enamorarse.
  5. El sexo no compra, ni pacta, ni asegura, ni demuestra amor.
  6. La rutina y la infidelidad no matan al amor, sino al revés: sólo cuando la relación se deteriora previa e inconscientemente, comienza el riesgo de la rutina y la infidelidad.
  7. La «calidad» de una relación amorosa depende de la madurez psicológica de sus miembros, así como de la afinidad y compatibilidad de sus personalidades.

Por todo esto, en fin, la mayoría de tópicos habituales sobre el amor -exaltados incansablemente por el arte, los medios de comunicación, etc.- son fundamentalmente erróneos. Y reflexionar sobre ello podría ayudarnos a establecer relaciones mucho más sanas y felices.

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